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Interruptor

Encender. Apagar. Oscuridad. Encender. Apagar. Encender. Entonces mirar lo que hay y disfrutar antes de apagar. Encender. Enfrentarse a la realidad. Dirigir un pensamiento fugaz a la ebriedad de la verdad, de esa verdad abrumadora. Apagar. Cerrar los ojos y crear una nueva realidad irreal, mentirosa y traidora como la propia oscuridad. Encender. La luz apenas se mantiene, vibra triste y en soledad. En resumen, existe y con ella los colores de una mirada que calla. De nuevo negro. Luego color. Primero silencio. Luego vibración. Siempre sombras. También imaginación. Oscuridad y luz; mentira y verdad. ¿Qué hay de real en las esquinas y de falso en el paso del sol?; ¿qué hay de ansiado en lo secreto y de abominable en el desgarro de la voz? Dudas, como siempre; dudas, como nunca. Preguntas que no se responden con encender o apagar. DBQ.
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¿Por qué gritan tanto los niños?

Y no solo es una cuestión de cantidad, sino también de calidad. Profieren gritos rotundos, perfectos, con voz alzada. Son gritos limpios, sin altibajos, sin dudas evidentes. Es posible que ni siquiera ellos sepan por qué lo hacen; simplemente les nace hacerlo y allá van. Se preparan, cogen aire, miran al cielo, abren la boca y... gritan. Gritan una y otra vez. Lo más divertido llega cuando se encuentran en el parque con los amigos. Son muchos, y todos ellos quieren gritar. Y gritan con una técnica digna de estudiar. De nuevo son gritos puros, auténticos y originales preparados para esa ocasión, irrepetibles, únicos. La explicación lógica la desconozco, pero sí he comprobado que, en todos los casos, los gritos vienen acompañados de risas. A veces me da rabia. A veces querría ser como esos niños y gritar sin miedo. Quizás ese es el truco de la felicidad: gritar y liberar; gritar y sanar; gritar en vez de callar tanto. Tal vez lo hacen para dejarse llevar por sus instintos, esos que los m

Caminos

Son caminos, son destinos, son recuerdos enfurecidos. Son pasado en el presente e instrumentos concebidos. A veces, cuando escribo, se marcan mis instintos, rememoro ensayos eternos y tardes de intentos fallidos. Siento notas musicales corriendo por lo más interno de mi cuerpo, siento calma y ansiedad por no haberme conocido más. Extraño sus cuerdas, las cuerdas de ella, y también sus teclas, las teclas de él. Oído y alma unidos en una mañana, tacto y amor reencarnados en la puesta de sol. Y yo, pobre de mí, a veces escribo y se marcan mis instintos. Encuentro de nuevo esos caminos de sangre que llevaban hacia una obra de arte, recuerdo con rabia aquellas tardes de intentos y acordes fallidos. Y bienvenida seas de nuevo, guitarra, y bienvenido seas de nuevo, piano, con las manos abiertas espero el momento de nuestro reencuentro. DBQ.

Motor romantizado

Sobre una hoja de papel dibujé mi motor romantizado, ese que no cesa de vibrar, que me permite vivir y soñar. Con la clásica tinta negra preparé la más real evidencia de lo que por dentro ya había florecido, de lo que ya estaba vivo, más que vivo. Con un bolígrafo firmé la llama de un fuego sincero que no quema, sino que siente y quiere, que quiere y ama. Esbocé un corazón, supongo que un típico órgano conocido por muchos, por todos. Decoré sus bordes, entendí su contenido: pinté lo más sentido, escribí sobre lo pintado. Quise mostrarte el resultado, te llamé y nos hablamos, te lo conté y nos enamoramos, nos reímos: esto venía del pasado. DBQ.

Pecado

Pecado capital fue mirarte y coincidir con tu sonrisa. Tres avemarías y cien años de misa serían mi penitencia. Con gusto acudiría a rezar durante todos los días de mi vida, cualquier cosa con tal de haber visto esa caprichosa y perfecta sonrisa. Comencé a flagelar mis sentires y se convirtió en una santa costumbre. La lectura del evangelio abría el ritual; entonando "amén" decía adiós. Los sermones entraban y salían, paseaban sin remilgos por mis oídos, pero dejaron de tener sentido, dejé de querer oírlos. Sabía que tanta oración no sería la cura para mi ya diagnosticada locura; sabía que volvería a pecar si en mi camino te volvías a cruzar. Apareciste sin previo aviso, sonreíste como un ingenuo y yo quise morir por miedo a viajar al infierno. DBQ. 🔥

Eres.

Eres lo contrario a ordinario, el antónimo de simple y la antítesis de normal. Por ello te pienso de lunes a viernes, de sol a luna, y los fines de semana. Eres mar en calma, sinónimo de alma, comparación de paz. Por ello te canto en mi casa, sin que lo sepas, de noche y por la mañana. Eres la perfecta aliteración de complejo, la dilogía del bien y del mal, del cielo y del infierno. Por ello supongo que algo siento,  ¿te quiero? Te quiero. Eres el epíteto más bello, una hipérbole feliz y la mejor ironía de la vida. DBQ.

Recuerdos

Estaba ilusionada, eso era evidente. Pero, a la vez, tenía miedo y dos dedos de frente. Su mueca era alegre, aunque escondía una alegría melancólica y parcial. Algo le decía que las cosas no iban tan bien como a ella le hubiera gustado que fueran... - A veces no es necesario que digan "adiós", así, con palabras - dijo ella. - A veces una mirada, un silencio o una ausencia son más que suficiente para saber cuándo es el momento de recoger tus cosas y dar media vuelta. Aguardó sentada a la respuesta que sus oídos querían escuchar: un "no te vayas", un "quédate un poco más". Pero nunca sucedió. Se puso en pie, sacudió sus pantalones vaqueros y se colocó el borde inferior de la camiseta que llevaba puesta. Con una sonrisa amarga en sus labios, cogió su bolso con una mano y, con la otra, se despidió con el mismo silencio con el que le había pedido que se fuera. Comenzó a caminar en dirección opuesta, en la dirección contraria a la que había tenido en su me